El artículo de hoy lo he titulado "Defender la verdad, ofendiendo la mentira", y les mostraré el por qué y el para qué de esta redacción.
Es mi tercer día de clase presencial en la materia de Tecnología Educativo II, de la que en el escrito anterior a este les compartía.
Esta fue una sesión en la que obtuvimos muchos aprendizajes, y digo obtuvimos porque la dinámica que se usó hoy fue bastante interesante y todos nos integramos a ella. En un debate que sostuvimos hoy como forma de desarrollar el proceso educativo, tratamos el tema de los sistemas abiertos y cerrados, y cuál de ellos sería conveniente implementar en las escuelas para lograr los objetivos educacionales de la nación. Fue un momento de aprendizaje significativo para mí, aunque no participé como quizá debería haberlo hecho, ya que me contuve de expresar mis opiniones acerca del particular. Al terminar el debate, el profesor nos sugirió un conjunto de elementos a tomar en cuenta al momento de participar en este tipo de comunicación, y nos refirió las ventajas y desventajas de las argumentaciones que los equipos en su exposición pretendían defender, ahí fue cuando me dí cuenta de que mi opinión (la cual no expresé en público) coincidió con la del profesor (con esto no estoy diciendo que mi opinión sería la correcta, aunque realmente lo era).
Después de ello, con la intervención del maestro, discutimos acerca de las pautas a seguir al prepararnos para un debate, para lo cual no siempre se dispone de suficiente tiempo.
Los debates son una especie de interacción humana, en la que dos o más personas o grupos de personas, intentan defender una tesis y hacer que el debatiente contrario cambie de opinión y acepte nuestra tesis, por lo que hay que usar las herramientas adecuadas para persuadir.
Es mi convicción de que la Iglesia no solo debe anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2: 9b), es decir, predicar a Dios, que reveló sus virtudes a través de Su Palabra.
Los elegidos de Dios también tienen que hacer apologética de ella. No solo es anunciar o decir la verdad de Dios, sino también defenderla, ya que la iglesia es columna y baluarte de la verdad (1 Timoteo 3: 15), dicho de otra manera, es deber nuestro el sostener y propiciar que prevalezca la verdad, de manera que este sentido tenemos un papel activo, somo embajadores de Dios, y por consiguiente, somos defensores de los intereses de Su Reino.
Además, Judas nos insta a aplicar una forma adecuada cuando defendemos nuestra fe, él nos dice que debemos "contender ardientemente por la fe que se nos ha sido dada" (Judas 1: 3).
Nos viene al recuerdo la escena que presentan los evangelios de cuando Jesús fue tentado por Satanás, y el modo en que Jesús rebate sus verdades a medias, (Y digo verdades a medias porque realmente la Escritura registra lo que Satanás le dijo a Jesús, no obstante, Satanás manipuló la verdad, la tergiversó y la convirtió en mentira). Jesús no hizo otra cosa que rebatir los argumentos de Satanás, que eran mentira, con la verdad de Dios, defendiendo con argumentos sólidos y contundentes el consejo de Dios, revelado en Su Palabra.
Y hay muchos ejemplos más de ello, como lo es el caso del apóstol Pablo en la mayoría de sus cartas, en donde él opaca la mentira introducida por falsos maestros y profetas, con el Evangelio Puro, la Sana Doctrina de nuestro señor Jesucristo.
De manera que, hay un llamado constante en la Palabra de Dios a hacer "defensa con mansedumbre y reverencia ante los que nos demanden razón de nuestra esperanza"(1 Pedro 3: 15), y es precisamente, atacando la mentira una de las formas de defender la Verdad.
Por: Luis Alberto Alcántara Arias
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