Hoy es 23 de Octubre de 2017, y quisiera hablarles un poco (literalmente) sobre el sábado 21 de este mismo mes.
El día antes de este, como de costumbre, fui a la universidad para tomar mi clase de Filosofía de la Educación, pero al dia siguiente, que tocaba la materia de Tecnología Educativa II, no fui. Y no fui porque no pude ir. Y no pude ir, pues, porque no tenía dinero para tomar el autobús de ida y regreso. En otras ocasiones he ido solo con el dinero de ida, y el Señor de una manera sorprendente me ha proveído el de regreso.
Pero esta vez no fue así, el Señor nos ha prometido "estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo"(Mateo 28: 20), eso es una verdad, pero en ningún momento nos aseguró una vida terrenal llena de soluciones a nuestros problemas. Cuando revisamos la historia de la Iglesia nos percatamos de algo que para muchos es paradójico, vemos al Dios de la Iglesia en muchas ocasiones como cerrando sus ojos para no ver y sus oídos para no oír, muchos tienden a desalentarse. Pero no es así.
Nuestro Dios, en Su soberanía, parece usar los problemas de sus hijos para mostrar Su gloria. Y el mejor caso lo tenemos en la vida terrenal del Hijo del Hombre, Jesús, el cual sin existir pecado en Él, se hizo pecador en la carne, y se entregó hasta la muerte, y muerte de cruz, no obstante al tercer día resucitó de entre los muertos, y Dios le exaltó hasta lo sumo, le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla, y toda lengua confiese el Señorío de Cristo, para gloria de Dios (Filipenses 2:9-11).
Jesús aseguró a sus seguidores que "en el mundo tendrán aflicciones, pero confíen, yo he vencido al mundo"(Juan 16:33). El venció todos los obstáculos, pero antes de ello, eventualmente tuvo que sufrir y padecer las humillaciones de los hombres.
Así también nosotros, los que en Él esperamos tenemos que padecer los mismos padecimientos, en todo lugar, en todo tiempo, hasta que Él regrese en su venida gloriosa, de manera que el sufrimiento es parte de peregrinar por el mundo, y hay que sufrir bien, sabiendo que Él es fiel, por los siglos de los siglos, ¡Amén!
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